Vendo máquinas de escribir

No teníamos idea, pero el viernes 13 de marzo de 2020 iba a ser el último viernes “normal” que tendríamos la mayoría de nosotros…, todavía sacudidos por la marcha del 8 de marzo y el Paro nacional de mujeres del lunes 9, ¿se acuerdan?

Ya pasaron más de cinco meses y nuestra vida ha cambiado tanto que es inevitable la reflexión en busca de armonía o una nueva normalidad que nos de paz y bienestar. Recuerdo mucho una reunión virtual con el Maestro Alfonso Govela organizada por Maru Medina el 7 de abril, o sea, estábamos iniciando lo que no sabíamos se iba a prolongar varios meses (¿años?), y una de las conclusiones a la que llegamos esa noche fue que “debíamos estar preparados para seguir interactuando, pero sin contacto físico entre las personas”. Cinco meses después ya puedo empezar a entender lo que esto significa, pero en ese momento se podrán imaginar el silencio que vino a continuación y la montaña de dudas que surgieron en las mentes de todos…, ni el mejor de los futurólogos le hubiera atinado a su pronóstico.

Hace unos días platicaba de esto con una colega al ver cómo sectores enteros de varias industrias se estaban desmoronando: aerolíneas, cines, hoteles, cruceros, restaurantes, acuáticas, spas, escuelas, gimnasios, conciertos, eventos deportivos, plazas comerciales…, infinidad de pequeños negocios muchos de ellos de amigos o conocidos nuestros. Imaginar una manera para que estas empresas sigan funcionando sin que haya contacto físico entre las personas resulta una tarea de verdad complicada y le platiqué sobre una analogía (tan buena como cruel) para tratar de visualizar esta nueva realidad.

Le dije: “imagina que eres vendedora de máquinas de escribir, en pleno 2020 quieres vender un producto obsoleto desde hace más de 35 años. Le echas todas las ganas, sigues todos los pasos recomendados, pero, las ventas son escasas y tu negocio no levanta. ¿Por qué?” La respuesta parece bastante obvia. El tema central de este ejemplo era la innovación y antes de esta pandemia siempre lo concluía mencionando ejemplos como Blockbuster, Olivetti o Kodak, empresas dominantes hace muchos años que gradualmente salieron del mercado, principalmente por no evolucionar, aferrarse a su pasado o ignorar a sus clientes, proceso que les llevó años hasta que finalmente tocaron fondo. Hoy, las razones y los tiempos son diferentes, pero el dilema es el mismo: evolucionar o morir.

De un día para otro nos enteramos que, en caso de emergencia sanitaria, existe un decreto que clasifica a las empresas de dos maneras: esenciales y no esenciales, obligando al segundo grupo a cerrar inmediata e indefinidamente hasta nuevo aviso. No fueron malas decisiones o malas ventas o baja demanda o exceso de soberbia, nada de eso, fue simplemente que eres “no esencial” y debes cerrar. Evidentemente esta clasificación está basada en el grado de contacto físico que tienen las personas entre sí, o sea, en un extremo tenemos un concierto en vivo en un estadio con 27 mil personas y del otro, un curso en línea sobre mandalas…, y aquí es cuando nos ponemos creativos.

Hay que enfocarnos en el servicio y no en el producto porque esto nos obliga a regresar a nuestros clientes y a nuestro propósito como empresa. Ya no existen los restaurantes, las escuelas, los gimnasios, los cines, los aviones o los spas sino la alimentación saludable, el conocimiento, la salud física, el entretenimiento, el acompañamiento, las culturas del mundo o el bienestar. La cosa es dejar de ver lo obvio y tangible en un intento de re diseñar tu empresa y adaptarla a este nuevo escenario para evaluar si todavía tiene espacio en el mercado o no. Está rudo porque siguen cerrando negocios y le decía a mi colega que me preocupaba ver a muchos empresarios vendiendo máquinas de escribir y que las dos preguntas clave aquí serían: ¿ya estoy vendiendo máquinas de escribir?, y ¿cuándo lo voy a aceptar?

Se viene una época muy destructiva y por lo mismo de mucha creatividad y llena de oportunidades, será dolorosa sin duda (¿qué crisis no lo es?) y espero de todo corazón, hígado y riñón que tu empresa sobreviva, evolucione y se adapte con éxito, que mantenga viva su oferta y encuentre la manera de re conectarla con su demanda, porque ahí sigue, no se la llevó la pandemia. La ventaja que tenemos, a pesar de todo, es que los productos caducan, pero no los servicios ni los buenos vendedores.



Publicado en el Blog de la UPP (Universidad Privada de la Península)
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